Desde los
primeros años se impuso la cultura occidental en las costumbres americanas
autóctonas, abarcando también el campo de la música con el surgimiento de
nuevos géneros musicales mestizos.
Durante
el desarrollo de la danza y el canto popular en el Virreinato, siempre estuvo
presente la guitarra. En las cofradías de negros esclavos como en las
comunidades indígenas, adaptaron sus músicas tradicionales a la guitarra.
A
principios del siglo XVIII la música del Tondero, baile popular del norte del
Perú, se gestó en manos del negro malgache Jerónimo, fino tocador de
"bigüela" y el ritmo de Evaristo, su hijo.
Por otro lado, la tradición popular de cantar romances y coplas con la guitarra, la continuó Fray Francisco de Paula del Castillo y Tamayo, más conocido como "el ciego de la Merced". Este personaje inmortalizado por Ricardo Palma en sus Tradiciones Peruanas, fue un eximio guitarrista pese a su ceguera, que gustaba de improvisar.
Por otro lado, la tradición popular de cantar romances y coplas con la guitarra, la continuó Fray Francisco de Paula del Castillo y Tamayo, más conocido como "el ciego de la Merced". Este personaje inmortalizado por Ricardo Palma en sus Tradiciones Peruanas, fue un eximio guitarrista pese a su ceguera, que gustaba de improvisar.
También
tocaba en la guitarra o en la bandurria yaravíes a los que les cambiaba las
coplas para burlarse de la gente, el Negro Galindo, músico ambulante.
Esta
aceptación del instrumento por el pueblo hizo que la guitarra tome diversas
formas, algunas autóctonas como el charango construido de madera o con el carapacho
del quirquincho.
El
Arzobispo de Trujillo, Baltazar Jaime Martínez de Compañón en la Historia sobre
el Obispado de Trujillo del Perú, tomo II recopiló música e ilustró en hermosas
acuarelas las guitarras que utilizaba el pueblo en sus fiestas (láminas 61,
141, 145, 146, 147, 149, 150, 152, 159, 170). Destacan entre ellas, las
Cashuas, las Tiranas "El Conejo" y "la Celosa" y las
Tonadas del "Congo" y del "Tupa Maru". Es el libro con
música popular del Perú, más antiguo que se conoce.
Este
músico, Maestro de canto llano en Trujillo y Chantre de la Catedral de Lima,
transcribió las melodías de dieciséis Canciones y algunas danzas de las
provincias del norte del Perú como "Diablos", "Negros" y
"Pallas" que subsisten hasta ahora. La primera es la Diablada del
Altiplano Puneño, la segunda es la Danza de Negritos, propia del departamento
de Huánuco y la tercera, es la danza de las Pallas del departamento de Ancash.
La
interinfluencia musical que existió entre el mundo andino y el europeo,
constituye un tema de gran envergadura que en la presente monografía se ha
preferido omitir, sin embargo las transcripciones de música virreinal servirán
para ese estudio.
Un buen
guitarrista del siglo XVIII fue Pedro Filomeno Cueva, ascendiente de una
estirpe de músicos en el Perú y Chile de gran importancia durante el siglo XIX.
Hacia el
año de 1810, nació al compás de la guitarra otro baile popular conocido como
Zamba Antigua. Con los años esta danza asimiló los ritmos africanos y se
transforma en la Zamacueca, origen de varias danzas nacionales en América del
Sur.
La música
peruana se ha desarrollado siguiendo varias vertientes: 1.- La música andina,
que corresponde a los pueblos de la sierra del país y que constituye
probablemente uno de los folklores más vivos, variados y originales del mundo;
2.- La música criolla, producto del mestizaje de España con los pobladores
mayormente de la costa peruana y la suma del rico aporte afro-peruano; 3.- Las
diversas expresiones musicales de las comunidades nativas de la región amazónica,
poco conocidas hasta el momento; y, 4.- La música clásica.
a) GUITARRA ANDINA:
El mundo
andino en la época de los Incas tuvo gran intensidad musical, de carácter
ritual. Se conoce que desde la época pre-incaica, las labores agrícolas tenían
un acompañamiento musical para invocar a las divinidades. Su característica
armónica es con base pentafónica, pero con una gama amplísima de orquestación
en instrumentos de viento y percusión principalmente; no existieron los
instrumentos de cuerda.
Con la
llegada de la guitarra al igual que el arpa, fue adoptada por los nativos del
Perú, quienes la adaptaron a sus melodías y ritmos creando un lenguaje
singular, transformando sus afinaciones y tañidos o reinventándola en forma de
charango. Buscaron en los nuevos instrumentos respuestas sonoras satisfactorias
a su concepción musical. Nada de esto está escrito. Lo que conocemos fue
transmitido oralmente de persona a persona, lo que nos lleva a pensar en la
cantidad de música que se perdió para siempre.
Raúl
García Zárate, mestizo ayacuchano, sintetiza a cabalidad la forma y el
sentimiento con que entiende el hombre andino la guitarra. Su influencia ha
sido determinante para la concepción de la escuela de la guitarra ayacuchana
Pocos años después otro ayacuchano nos marca con fuego: Manuel Prado Alarcón,
"Manuelcha", guitarrista campesino de recursos inacabables. Ambos
forman la gran base de la guitarra andina y gracias a ellos ahora son muchos
excelentes guitarristas que tocan cashuas, Huaynos, mulizas, danzas de tijeras,
etc.
A manera
de ejemplo de la riqueza de formas musicales que existen en los diferentes
pueblos andinos; mencionamos aquellas registradas en dos días de la fiesta* del
Agua de Puquio, en 1986:
-Wasichakuy -Huayno -Ayra -Mallaucha -Wawapampay -Negritos -Danza de las Tijeras -Huaylía -San Gregorio -Sequia -Yaykuy -Carnaval -Caramusa -Uh Huayli -Milicia -Llamichus -Ayla -Torovelay
*Cada tema enunciado jugó un papel específico durante el transcurso de la festividad.
b) GUITARRA COSTEÑA:
-Wasichakuy -Huayno -Ayra -Mallaucha -Wawapampay -Negritos -Danza de las Tijeras -Huaylía -San Gregorio -Sequia -Yaykuy -Carnaval -Caramusa -Uh Huayli -Milicia -Llamichus -Ayla -Torovelay
*Cada tema enunciado jugó un papel específico durante el transcurso de la festividad.
b) GUITARRA COSTEÑA:
De las
épocas de colonia, prácticamente no existe mención alguna. Suponemos que siglos
atrás no existía el concepto de andino o costeño; recién en el presente siglo
adquiere tal definición, en ella hace su aparición la influencia negra,
gradualmente, hasta incorporar el cajón, - instrumento de percusión - en el
acompañamiento del Valse Criollo.
El Vals,
que revoluciona las danzas, llega a Lima alrededor de 1850. El estudioso Cesar
Santa Cruz nos dice que la novedad que trajo fue el entrelazamiento de las
parejas al bailar. Y sería una de las razones de su aceptación. En esos tiempos
se bailaba la Jota, la Cuadrilla, la Polka, continúa diciendo el mencionado
estudioso. Naturalmente el vals europeo se modificó y se hizo peruano: los
pasos del baile se acortaron y las frases musicales adquirieron otra
personalidad. Muy rápidamente afloraron los primero compositores que avanzaron
en todo sentido hasta llegar a la egregia figura de Felipe Pinglo Alva,
compositor criollo síntesis de este género.
Se
formaron muchos conjuntos entre ellos cabe mencionar al quinteto de Laúdes:
integrado por Nicolás Wetzel, Francisco Estrada, Juan Araujo y Sotil.
En 1912
el Dúo Montes y Manrique graba en USA 180 canciones acompañadas por una sola
guitarra. Los conjuntos de esos tiempos eran mixtos: Laúd y guitarra, y a veces
bandurria y guitarra. El músico que innovó esa disposición instrumental fue
Armando Salazar, que suplió el primer Laúd por una primera guitarra. Pero es
Oscar Avilés el que da verdadero nacimiento a toda una era de la guitarra
criolla, distinguida por el uso de acentuaciones sincopadas al inicio de las
frases que le dan el "Sabor Criollo". Con pocos años de diferencia
aparece en la escena del criollismo.
Poco tiempo después, aparece en la escena del criollismo Carlos Hayre Ramírez; músico completo que vuelca en su guitarra o en su bajo; en sus arreglos y composiciones, todos sus conocimientos de la ciencia de la música y de la cultura popular; con el gran compositor Manuel Acota Ojeda, trabajaron juntos y produjeron bellísimas páginas que hicieron pensar en derroteros mucho más trascendentes para la música criolla pero no fue así; se impuso lo oportunista.
Poco tiempo después, aparece en la escena del criollismo Carlos Hayre Ramírez; músico completo que vuelca en su guitarra o en su bajo; en sus arreglos y composiciones, todos sus conocimientos de la ciencia de la música y de la cultura popular; con el gran compositor Manuel Acota Ojeda, trabajaron juntos y produjeron bellísimas páginas que hicieron pensar en derroteros mucho más trascendentes para la música criolla pero no fue así; se impuso lo oportunista.
Otro
instrumentista fue Vicente Vázquez, músico negro que dota al bordoneo criollo
de inigualable gracia. Vicente Vázquez fue hijo de don Porfirio y hermano de
Abelardo Vázquez, otro hito en la música costeña del Perú.
Los
Vázquez y los Santa Cruz formaron dinastías de músicos populares; así como una
generación atrás la formaron los extraordinarios hermanos Ascues. Octavio Santa
Cruz, estudioso e investigador, publicó años atrás un valioso trabajo de aires
negros de la costa del Perú : "Aires Costeños".
Los años 70 fueron muy prolíficos, salieron a la palestra toda una constelación de armonizadores y digitadores, quizás los más significativos por su sobriedad y autenticidad sean Félix Casaverde y Carlos Montañés.
Los años 70 fueron muy prolíficos, salieron a la palestra toda una constelación de armonizadores y digitadores, quizás los más significativos por su sobriedad y autenticidad sean Félix Casaverde y Carlos Montañés.
Hacia los
años 90, aparece el piurano Mario Orozco Cáceres, guitarrista virtuoso y
compositor, auténtico intérprete del tondero. Con Orozco la guitarra popular
cuida mucho el sonido y las armonizaciones retoman equilibrio y ponderación.
c) GUITARRA CLÁSICA
Del
primer cuarto del Siglo XX es preciso mencionar a Osmán del Barco, guitarrista
ayacuchano que viajó a España y tomó clases con Emilio Pujol. En París trabó
relación amical con el músico Alfonso de Silva y el poeta Cesar Vallejo. De
retorno al Perú abrió una academia en Lima que duró algunos años.
Máximo
Puente-Arnao, guitarrista y compositor que vivió mayormente en el Perú donde
llegó a crear un grupo importante de alumnos entorno a su persona. En 1906 ganó
un premio de composición en Milán con su Fantasía en 3 tiempos "Una
Serenata en Venecia".
Víctor
Echave, guitarrista y compositor cuzqueño. Sus composiciones escritas para el
instrumento denotan conocimiento y utilización de la música popular. Creó con
su familia una orquesta de cámara, con guitarras, violonchelo, bandurria,
flauta y percusión.
La
aparición del maestro Andrés Segovia produjo en el Perú un gran impacto,
especialmente en los guitarristas de ese entonces, entre ellos Arbor Maruenda
que tal vez fue el primer "Concertista" propiamente dicho que produjo
el Perú. Viajó a Chile en el año 1936 donde fundó la cátedra de Guitarra en el
Conservatorio Nacional de Música.
Otro
guitarrista significativo fue el doctor Sauri, profesor del Instituto Bach,
prestigiosa escuela de música que fundó Andrés Sas; y Juan Brito Ventura
esforzado primer maestro del naciente Conservatorio Nacional de Música.
Humberto
Pimentel, gran interprete que viajó a España a continuar estudios con José
Tomás en Alicante; Luis Justo Caballero arequipeño que también emigró a Madrid
a estudiar con José Luis Parra y José Luis Rodrigo. Ambos, de regreso al Perú,
constituyeron el núcleo que gravitó determinantemente en la generación de
guitarristas 1970-1980. Jesús Castro Balbi ex-alumno del maestro Brito,
virtuoso guitarrista residente en Francia y profesor en diferentes
Conservatorios.
Javier
Echecopar y Denys Fernández que constituyen el punto más alto de la historia de
la guitarra clásica hasta nuestros días. Oscar Zamora Corcuera profesor del
Conservatorio y fundador del Cuarteto Aranjuez, Ricardo Barreda, Nelly Borda,
Emilio Palomino y muchos otros más.
La actual generación son un puñado de instrumentistas sumamente técnicos y de alto nivel teórico: Carlos Villalba, Jorge Caballero Abriguen, Carlos Fernández, David Gálvez, Ernesto Mayhuire, Luis Malca y otros que vienen con gran ímpetu.
La actual generación son un puñado de instrumentistas sumamente técnicos y de alto nivel teórico: Carlos Villalba, Jorge Caballero Abriguen, Carlos Fernández, David Gálvez, Ernesto Mayhuire, Luis Malca y otros que vienen con gran ímpetu.
La
guitarra, hoy en día, se ha convertido probablemente en el instrumento más
tocado en el mundo. Las razones para ello saltan a la vista: Su naturaleza
polifónica, la belleza del sonido, su reducido tamaño y costo; y la aparición
cíclica de iluminados músicos que desde tiempos remotos utilizaron los
ancestros de la guitarra para expresarse. El Perú no es excepción.
Se
realizan festivales anuales en varias ciudades del país. A nivel interno se
hacen constantes presentaciones en universidades, coliseos, municipalidades,
colegios, etc.
Hace 4
años, se formó la Asociación Peruana de la Guitarra cuya actividad se ve un
tanto menguada por su precaria economía, pese a ello, ha organizado eventos
importantes: encuentros y festivales de guitarras, clases maestras de
guitarristas de la talla de Abel Carlevaro entre otros.
La ciudad de Arequipa cuenta con la visita anual, casi obligada, del maestro Brasileño Carlos Barbosa Lima, con la consecuente y benéfica secuela de renovación del interés hacia el instrumento.
El Conservatorio Nacional tiene curso de guitarra, la Escuela Nacional de Folklore y las Escuelas Regionales de Música también; pero es en el área privada donde curiosamente se realiza mayor actividad, especialmente en El Conservatorio Josafat Roel.
La ciudad de Arequipa cuenta con la visita anual, casi obligada, del maestro Brasileño Carlos Barbosa Lima, con la consecuente y benéfica secuela de renovación del interés hacia el instrumento.
El Conservatorio Nacional tiene curso de guitarra, la Escuela Nacional de Folklore y las Escuelas Regionales de Música también; pero es en el área privada donde curiosamente se realiza mayor actividad, especialmente en El Conservatorio Josafat Roel.
En cuanto
a los pocos compositores académicos que han dedicado páginas al instrumento,
podemos mencionar en primer lugar a Celso Garrido Lecca, que se ha
familiarizado a lo largo de los años con el lenguaje popular de la guitarra en
nuestro país, con "Simpay" para guitarra sola, "Dúo
concertante" para guitarra y charango, "Suite de danzas Andinas"
para guitarra, charango y orquesta de cámara, "Concierto para Guitarra y
Orquesta"; luego a Edgar Valcárcel con un "Concierto para Guitarra y
Orquesta"; y finalmente a Enrique Pinilla, con "Cinco Piezas
Populares para Guitarra"
Queremos
terminar con la figura de Javier Echecopar. Interprete y compositor académico
que su instinto vital lo llevó por caminos populares, donde encontró un mundo
musical diferente: polirritmia inimaginables, tratamiento del adorno que lo
hace estructural, notas silencios suspendidos, etc. que abordó su escritura en
el pentagrama. Por otro lado también hizo suyo el reto de investigar la música
que el conquistador hizo y tocó aquí. Para ello se sumergió en la historia de
su patria, en bibliotecas, iglesias y conventos.
Y
resucitó la memoria colectiva musical de cuatro siglos de historia. Todo este
inmenso trabajo que a toda luz corresponde a fundaciones y conservatorios bien
organizados y solventes, los asumió él sólo y en silencio. Esa actitud nos
conmueve, es un ejemplo que incluso desborda las fronteras de la música. A
partir de Javier Echecopar, el orden de las cosas ha comenzado a cambiar en el
Perú y tendrá que seguir cambiando.
Nuestro
Conservatorio deberá estructurar las bases de la enseñanza en el sentido de la
orientación final que deberán tener los alumnos que egresen; y esta orientación
deberá ser también hacia dentro del Perú. Esto no es chauvinismo; es el peso de
las cosas que así lo exige.
Cuadernos
de Música Peruana
E.
Carrillo T.
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